Puntualidad y minuciosidad como contracultura
Nuestra alegre, jocosa y jovial idiosincrasia repudia el fastidio de agendar compromisos. Se supone que el don de gentes es suficiente para excusar los impertinentes avisos, siempre disponibles en trabajo remoto, que alguna tarea lleva un determinado y muy específico número de minutos de retraso.
Igual sucede con la minuciosa lectura de la letra chiquita. Atractivos diseños ajustados al eficaz mercadeo siempre ocultarán relevantes detalles, sólo disponibles para quien escudriñe si la oferta es o no engañosa. La letra chiquita es antídoto contra la excitación generada por compras impulsivas.
Es feroz la competencia que nuestras permisivas organizaciones enfrentan contra el resto de la comunidad internacional. No es casual que se anhele un retorno a lo obsoleto, bajo excusa de lo horrenda que se tornó la cultura actual. Evidencia de toda ineficiencia ahora está disponible en memoria, e incide negativamente en la reputación virtual.
No parecemos dispuestos a formar parte de la cultura del conocimiento. Seguimos aferrados a la tradición heredada de cuando éramos felices y no lo sabíamos. Culturas renuentes a la adaptación son socavadas al disminuir nuestra capacidad para ofrecer. Robots superarán a humanos flojos, pero serán vencidos por minuciosa, puntual y genuina creatividad.
Rubén Rivero Capriles
Caracas, Venezuela
Fotografía Harold M. Cooper, @haroldm.cooper , 40 Grados Bajo el Sol
El Cubo Negro, Chuao